
Lorenzo no quería ir al colegio al día siguiente; su madre estaba enferma y tenían que llevarla al hospital, pero su padre había dicho que no podía faltar a clase.
Se acostó refunfuñando que si los libros no existieran, él no tendría que ir a la escuela, y se durmió deseando que desaparecieran todos los libros del mundo.
Cuando despertó, encontró a sus padres aún en casa y a un extraño hombre que murmuraba canciones junto a la madre enferma.
—Ha venido el curandero —dijo el padre.
Lorenzo se sorprendió:
—¿Por qué no está el médico?
—Él es el sanador, posee los conocimientos de los espíritus para curar.
Lorenzo vio que todo había cambiado; no había teléfono ni televisor ¡ni luz!, y en la puerta, un hombrecito hacía gestos para que se acercara.
—¿Quién eres? —preguntó.
—Soy Luminare el duende-puente entre mundos. Ahora estás en el de la oscuridad y…
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Este relato me encantó.
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