La puerta se abrió de una patada desde el exterior y una corriente de aire agitó las llamas de la chimenea. La familia, que estaba sentada con un frugal almuerzo de Navidad, fue asaltada sin explicaciones. Tres hombres con capote de uniforme de la Falange y armados con fusiles entraron tirando la vajilla y la comida, gritaban órdenes, insultaban, golpeaban con los cañones de las armas y rodearon al hombre que se encontraba sentado de espaldas a la puerta. Todo fue tan rápido que a este no le dio tiempo a volverse. Uno de los soldados le dio un culatazo en la nuca tirándolo de la silla y entre los tres militares lo levantaron del suelo en volandas para sacarlo a la calle.
Su mujer corrió detrás con los dos niños agarrados de la mano y vio que en la plaza del pueblo, justo delante de su casa, había una…
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Una curda realidad vivida por nuestros padres o abuelos, donde muchos dejaron sus vidas. Fantástico relato.
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Gracias, María José
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